Lo mágico y lo real: El cine de Cecilia Mangini II
Brindisi '65 (1966, 15’)
«Una verdadera catedral en el desierto», así describió Mangini la recién construida planta petroquímica de Monteshell, la más grande de Italia y la fuerza burocrática que reúne a gerentes y trabajadores —tanto actuales como antiguos— ante la cámara en Brindisi '65. Esta desconexión cultural y económica se transmite a través de imágenes de niños pequeños que cumplen tareas domésticas en áreas superpobladas, mientras una voz en off lee los titulares de la prensa nacional que anuncian la llegada de la fábrica a la ciudad. Al mismo tiempo, los patrones, que se han mudado al Sur para explotar la desesperada situación laboral de la región, lo celebran lejos de la vista del público, y son filmados por Mangini con primeros planos grotescos y poco favorecedores, que adquieren una distorsión de ojo de pez. Allí se dan un festín con la boca abierta e intercambian chistes misóginos y racistas sobre la población local. Posteriormente se pide a un grupo de trabajadores que comenten su situación laboral. Solo aquellos que comparecen bajo condición de anonimato nos dirán lo que todos parecen entender: que ser leal tiene sus recompensas, que ser parte de un sindicato los conduce a un aislamiento forzoso y que la fábrica siempre encontrará otro trabajador desesperado para reemplazar al disidente.
Tommaso (1965, 11')
Tommaso comienza como si fuera casi un duplicado de las imágenes mostradas en Brindisi '65: la misma colección de viviendas en ruinas, hileras de ropa recién lavada extendida y mujeres y niños desparramados por la calle. Pero esta vez las imágenes brindan el contexto para un retrato más acotado. Conocemos a Tommaso Lorussi cuando atraviesa la ropa recién tendida en una Vespa, una motocicleta que, en una escena posterior, descubrimos que pertenece a un hombre que confronta a Tommaso por su hábito de robar. Descrito por una voz en off como apolítico y aún sin antecedentes penales, Tommaso narra un futuro imaginario de chicas y dinero, todo supeditado, según su perspectiva, a conseguir el trabajo de sus sueños en la planta petroquímica de Monteshell. Esta narración optimista está intercalada con retratos de niños unos años mayores que él, obligados a vagar por las calles mientras esperan ser contratados por la fábrica, así como el de una madre cuyo hijo muere en la planta ya que esta no tenía las medidas de seguridad adecuadas. Quizás la más didáctica de las películas de este programa, las aspiraciones y anhelos de Tommaso sirven como una lección objetiva sobre las falsas promesas del capitalismo occidental. Como nos cuenta la voz en off al final de la película, el futuro de Tommaso no está, de hecho, en sus manos, sino en las de un ‘monopolio’ global que depende de su subordinación.
La canta delle marane (1962, 11')
Una visión sensual y vibrante de un grupo de chicos que salen de casa descalzos y sin desayunar para congregarse junto a las charcas de los suburbios romanos, formando entre todos una sociedad microcósmica en la que buscan comida, luchan, nadan y juegan. La canta delle marane constituye la tercera colaboración entre Mangini y Pier Paolo Pasolini. Filmada a menos de cinco minutos a pie de la primera casa en Roma de Pasolini, la narración guionizada tiene resonancias con su novela Ragazzi di vita (1955), una oda a la “rebeldía prepolítica”, a una nueva generación que el sistema de partidos italiano fruto de la posguerra privó de derechos. Además, la cámara que se detiene sobre las extremidades de estos niños también tiene algo de la mirada del director de Mamma Roma. A medida que los muchachos de La Canta, físicamente desinhibidos pero aún no desencantados, se mueven entre el juego y el combate, Pasolini cuenta en qué se convertirán: delincuentes solitarios y de poca monta, que muy seguramente acabarán en la cárcel, o tal vez muertos.
La briglia sul collo (1974, 14’)
La historia de Fabio Spada, de 7 años, es narrada con detalles minuciosos y prosaicos: el nombre de sus padres, la ubicación exacta de la situación de hacinamiento de su familia en una torre en los suburbios romanos y las conexiones de transporte de este suburbio.
La película consiste en entrevistas con el proverbial "pueblo" involucrado en la crianza de este niño, a quien su escuela ha considerado un inadaptado. El padre de Fabio, apoyado en un bar y levantando una copa ante el equipo que filma, relata las fechorías de su hijo con divertida indiferencia, incluido el intento de asesinato del pez mascota de la familia una semana antes. Su madre lucha por hablar sobre Fabio mientras cambia a su hijo menor, los demás causan estragos a su alrededor, y le pregunta al equipo de filmación si van a editar el caos. Un vecino, entretanto, nota la falta de respeto de Fabio hacia su madre y el miedo a su padre.
Los hechos de la vida de este niño pronto se convierten en un interrogatorio sobre el Estado y el carácter paradójico que tiene el rebelde en la sociedad, categoría que, se advierte, ha incluido históricamente a santos, revolucionarios y reformadores sociales. El propio Fabio suele estar presente, escuchando en silencio mientras los que lo rodean emiten su juicio sobre él. Sin embargo, Mangini cede el espacio de la mitad de la película a Fabio, quien cuenta su propia historia y logra encantar a través del arte de la mímica y sus extravagantes fantasías de castigar a los adultos que lo han agraviado.
El programa
Este programa ha sido elaborado en colaboración con la revista feminista de cine Another Gaze y con la ayuda de Cineteca di Bologna y el Archivio Audiovisivo del Movimento Operaio e Democratico.
Los textos de las sinopsis ha sido redactados por Another Gaze y traducidos por el equipo del Zumzeig. Todas las películas serán proyectadas en versión original subtitulada al español (VOSE).